San Miguel, la ciudad que abriga
Con la paciencia de Penélope, aquel personaje de la literatura griega que tejía de día y destejía a la noche esperando por su amado, las tejedoras sanmiguelinas aprovecharon la cuarentena para dar forma a la lana. Este año no habrá Festival Ovecha Rague, pero los abrigos aguardan a los visitantes
Es como una metáfora lo que pasó en San Miguel, departamento de Misiones. En La Odisea, el inmortal poema de Homero, la esposa del rey de Ítaca, se encierra durante la Guerra de Troya y espera por su marido durante veinte años.
El resto de la historia no viene al caso contar porque damos paso a las mujeres, las artesanas de la ciudad de San Miguel, que esta vez aprovecharon el encierro de más de dos meses para tejer. Pero ellas no destejieron durante las noches, sino pusieron a punto los abrigos para ofrecerlos ahora a los visitantes, como ya es tradición.
San Miguel de las Misiones es conocida como la ciudad de la lana, y sus artesanos y artesanas se ganan la vida con este rubro. Trabajaron en la quietud de sus hogares durante todo este tiempo a raíz de la pandemia del covid-19 y las medidas sanitarias dictadas por el Gobierno.
Tejieron sus abrigos, como de costumbre, de manera silenciosa, con amor y la entrega que los caracterizan. Actualmente los escaparates están llenos de frazadas, ponchos, ruanas, suéters, chalecos, ponchitos multicolores, vichúes, alfombras, camineros, individuales, boinas, medias, jergas y cojinillos (ovecha pire) aguardando abrigar a alguien en este invierno.
A los sanmiguelinos no les hizo falta reinventarse con nuevas creaciones para sobrevivir. En su mayoría trabajan en familia; jóvenes, adultos y personas de la tercera edad se dedican a tejer la lana durante el año, sean tiempos de crisis o de prosperidad.
Legado colonial
Esta actividad empezó en la época de la colonia, cuando la población se encargaba de abastecer a las reducciones jesuíticas con abrigos artesanales de lana pura para el crudo invierno.
Durante el gobierno del doctor José Gaspar Rodríguez de Francia, con el cierre de las fronteras y el imperativo del autoabastecimiento, la producción artesanal se afianzó. El trabajo minucioso prosiguió durante el gobierno de don Carlos Antonio López y pudo sobrevivir a la Guerra contra la Triple Alianza (1865-1870). La labor de tejer la lana de oveja se transmitió de generación a generación pasando cómodamente los siglos XIX, XX y ahora sigue intacta y con muchas posibilidades en pleno siglo XXI.
Los sanmiguelinos tejen prendas de cama para abrigarse durante las noches, así como los atuendos masculinos y femeninos para la usanza diurna o nocturna, para las salidas y de entre casa. Tampoco faltan los accesorios para toda ocasión, sin olvidar las producciones propias para el campo, como la jerga y el cojinillo que usan los estancieros y peones en las monturas o en sus actividades cotidianas.
La variedad de tejidos incluye, además, artículos utilitarios y decorativos para el hogar, como mantas, alfombras, colchas, camineros e individuales. Los artesanos con el tiempo fueron incorporando y ya reinventaron mucho antes sus obras para adaptarse a nuevos tiempos e incursionar en las prendas de hilo y trabajar también en base con las telas de Pilar, Ñeembucú.
Los tejidos son realizados a mano, máquinas de coser y en el telar. Este último elemento de trabajo es típico para tejer frazada, poncho y ruana. Las demás prendas, como ponchitos multicolores, vichú, boina, pulóveres y sacos, son fabricados con la técnica del croché.
La paciencia y la serenidad son características de los artesanos, quienes emplean el tiempo con tanta pasividad y quizás, para ellos, no existe la presión del horario, porque llevan días y noches concentrados en el trabajo de dar forma a la lana.
El festival, postergado
A raíz de la pandemia del covid-19, este año no se realizará el tradicional Festival Ovecha Rague de la Música y Artesanía de Lana. El encuentro folclórico y ferial se suele llevar a cabo en la primera quincena de junio desde hace 30 años. Este 2020 debía hacerse la XXXI edición. El escenario de la muestra artesanal es la plaza San Miguel Arcángel, al costado del templo parroquial. La actuación de los artistas se da siempre en el salón municipal de la ciudad.
El Festival Ovecha Rague es uno de los eventos tradicionales típicos que suele congregar a miles de turistas, sea por la artesanía, las comidas típicas, las costumbres campestres que identifican a la región y el festival artístico.
Esta actividad empezó en el año 1990 a iniciativa del Centro Sanmiguelino de Residentes en Asunción con ayuda de la Municipalidad de San Miguel. El objetivo desde sus inicios es promocionar la bella artesanía de lana, apoyar a los artesanos en su labor y además compartir las costumbres tradicionales del distrito en torno a la música folclórica, las fiestas campestres y las comidas típicas.
El escenario se convirtió así en uno de los eventos con mayores éxitos por la variedad en la programación, peñas, festivales, los productos ofrecidos en la feria y la concurrencia masiva de turistas.
Desde 2016 se incorporó al programa la Expo Feria Ovina con la idea de promocionar la producción de oveja de lana y de carne. Los productores participan con sus ejemplares nativos y de razas puras en la exposición y venta de ganado ovino en pie y al gancho.
Proceso de elaboración
Los abrigos llevan un largo proceso de elaboración que empieza con el esquilado de la lana de oveja, selección de hebras de calidad, primer lavado y secado; escardado de lana, hilar fino (povâ), hilar grueso (poyvi) y torcer dos hilos (pomomby); madejar el hilo poyvi, segundo lavado y desengrase de las madejas y, finalmente, el secado. A continuación, hay que desatar las madejas y tejer, ya sea en el telar o a mano.
Un aspecto que recibe un primoroso cuidado son las terminaciones que de acuerdo a la creatividad pueden llevar flecos, flequillos, costuras y dobladillos. La prenda de lana, además de la excelente calidad, debe tener la fina terminación y el sello característico de las obras artesanales.
Este año, la suspensión del Festival Ovecha Rague representa una gran pérdida económica para los artesanos porque durante la feria suelen tener mucha venta de sus abrigos de lana.
Sin embargo, no pierden la esperanza y han expuesto a la vista sus abrigos a la espera de los compradores. La cuarentena sirvió para tomar fuerzas y dedicarse de lleno al trabajo de tejer la lana con la acostumbrada dedicación y mucho amor. Dese un paseo por San Miguel y ayudemos a estos emprendedores.
[el dato]
San Miguel, Misiones, se encuentra sobre la ruta PY01 Mariscal López, en el kilómetro 178.
Variedad de precios en lana
– Frazada de lana estándar, G. 400.000
– Frazada de lana (cama camera), G. 550.000
– Frazada de plaza y media, G. 300.000
– Frazada de una plaza, G. 280.000
– Poncho de hombre, lana pura, G. 400.000
– Poncho de lana industrial, G. 180.000
– Ruana para dama, G. 300.000
– Ruana de lana industrial, G. 150.000
– Ponchitos multicolores, (dama) G. 180.000
– Ponchitos lana industrial, G. 120.000
– Vichú tradicional, G. 85.000
– Alfombras, desde G. 75.000 hasta 120.000
– Jergas, desde G. 50.000 hasta 100.000
– Ovecha pire (cojinillo), desde G. 50.000 hasta 250.000
– Ovecha pire, de G. 50.000 y 100.000
– Camineros, G. 50.000
– Individuales, G. 10.000
– Boina, G. 53.000
– Medias, G. 25.000
– Gorros de lana, G. 25.000
Obs: los precios pueden sufrir pequeñas variaciones según la oferta de cada artesano.
Histórico oratorio de San Miguel
El oratorio de San Miguel, Misiones, es una antigua iglesia construida durante la colonia, en época de las reducciones jesuíticas. De acuerdo al estudio arqueológico era un templo amplio en medio de la plaza central, actual San Miguel Arcángel. Fue ampliado en el año 1852, durante el gobierno de don Carlos Antonio López. En el siglo pasado sufrió varias transformaciones hasta que se cerró por el deterioro de la cúpula y el techo.
En el año 1970 se construyó otra iglesia y quedó el oratorio adosado detrás del nuevo templo. El oratorio se restauró en 2015, en el marco de la puesta en valor y recuperación del patrimonio histórico. La obra la impulsó el Ministerio de Obras Públicas y Comunicaciones (MOPC). Sin embargo, pese a la revitalización y ser considerado un atractivo turístico, hasta el presente permanece cerrado. Aún falta definir qué institución debe cuidar y mantener el antiguo templo colonial.
Fuente: ABC Digital